De la misma forma que un coche
necesita gasolina para moverse, nuestros músculos necesitan combustible para
que se pueda realizar la contracción, que es la que origina el movimiento.
La forma más fácil y básica de
adquirir energía para la fibra muscular, es una sustancia que se encuentra en
pequeñas cantidades dentro de esta. Adenosin trifosfato, más conocido como ATP,
con este nombre se conoce al único combustible que utiliza la fibra muscular para
generar energía.
Cuando nuestros músculos
necesitan energía, solo es posible lograrla mediante la ruptura de los enlaces
de la molécula de ATP. Tras la ruptura de estos, la energía es liberada para
que se produzca la contracción muscular.
Este proceso de ruptura y
liberación de energía se produce gracias a una serie de reacciones que van
haciendo más simple y más débil la molécula al tiempo que libera la energía.
Como hemos dicho anteriormente,
la cantidad de ATP en la célula muscular es muy escasa, por lo que no es
posible mantener en funcionamiento durante largo tiempo el mecanismo de
contracción y relajación. El ATP que tenemos inicialmente solamente nos puede
servir para poner en marcha nuestros músculos en las primeras etapas del
ejercicio.
Para poder proseguir con la
actividad, es necesario que este ATP se pueda regenerar y sustituir
constantemente. Para ello, se necesita una energía adicional que proviene de
los substratos alimenticios. Esta nueva gasolina nos viene por unas vías de
obtención de energía, que tras captar los substratos alimenticios, los
metabolizan y reproducen de nuevo ATP.
Estas vías de obtención de energía
son tres y nuestros músculos en función de la duración e intensidad del
ejercicio que realicen obturan por una o por otra.
Vía Anaeróbica: Se produce sin oxígeno
y limitada.
Vía Anaeróbica láctica: Utiliza
la glucosa (sin necesidad de oxigeno) para generar ATP
Vía Aeróbica: Utiliza todos los
substratos y oxígeno para generar energía.
En próximos artículos, nos
adentraremos más en estas tres opciones y detallaremos más acerca de sus
procesos.
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